28.8.05

Sombras

El peso del artefacto le hacía temblar la mano, no era la primera vez que lo hacía, pero cada ocasión era diferente, en cada ocasión el trabajo se hacía más difícil.Tomó un suspiro, maldijo al que una vez le dijo que con la experiencia el trabajo se volvería sencillo, no hay nada de sencillo en hacer lo que hace.
Inclinó su cabeza hacia atrás, estaba perdiendo el tiempo, lo único que había ganado haciendo esto era una enorme presión, cada segundo era un segundo más en su contra, un presio más alto sobre su cabeza y posiblemente una menor oportunidad de salir librado.

Apretó el mango y alzó el aparato, el metal estaba frío, sentía como cada uno de sus músculos se esforzaban para manterse estables por el peso de ese pedazo de metal frío. Abrió la puerta, el aire helado de la noche cocho en su cara, una descarga de adrenalina corrió por su cuerpo. Salió del coche, paso lento pero decidido, aparentaba no tener miedo, pero su corazón latía a velocidades extremas. Entonces llegó hasta donde su víctima, quien seguía luchando por salir del vehículo destrozado.

Alzó el objeto, y esperó, espero hasta que el sujeto se percatara de su presencia, le vió a los ojos, sus miradas se cruzaron. Su dedo pulgar se tensó y amartilló lentamente la pistola. Luego su mano completa sostuvo el aparato con firmeza, su respiración se detuvo mientras su vista se agudizaba. Su dedo índice abrazó en gatillo. Vió el momento, vió el momento indicado, pero algo extraño sucedió, algo que él no había planeado, algo fuera de lo común. Su corazón se detuvo por un instante, volvió a respirar, un dolor en lo más profundo de su pecho se despertó, y un cosquillero en la nuca hizo que se volteara.

Todo se había vuelto oscuro, las luces de la ciudad habían desaparecido, el auto, su presa, todo había desaparecido en un penumbra impenetrable. De repente sintió como si un vacío se abriera por debajo de sus pies.

No podia orientarse, sus sentidos le engañaban. No se atrevía a gritar, el miedo ya se había apoderado de él; sostuvo el arma con fuerza como si fuera su única conexión con la realidad. Comenzó a caminar, como un ciego tratando de tantear su alrededor, pero se había vuelto torpe; tropezó entonces y perdió el arma. Todo era oscuridad.
Entonces vió a lo lejos una luz, una silueta alargada reflejando una luz blanca flotando en la penumbra, como si la Luna se reflejáse en un pluma de plata.

Pero no había Luna, solo él sumergido en un mundo de oscuridad, y su única esperanza era una luz que lentamente se aproximaba hacia él.

Intentó levantarse, pero el peso de su cuerpo se lo impedía, era como si hubiese perdido sus sentidos; mientras la luz se aproximaba más y más. Y entonces lo vió, el mundo de oscuridad comenzaba a desaparecer, podía ver las luces de la calle, los tres automóviles, podía oler el pavimento, el aceite. Podía oir el tráfico, lentamente sus sentidos fueron reapareciendo. Pero la luz no había desaparecido, seguía brillando con intensidad aproximandose ahora con más velocidad, deslumbrandole. Y vió a la luz llegar hasta donde él estaba, y vió su forma y majestuosidad, y entonces el dolor se hizo presente, como su cuerpo era perforado por aquella luz majestuosa, y en ese momento, mientras su oscuro ser manchaba de sangre la belleza de aquella pluma de plata; él vió a su enemigo.

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