Cuando Julio Cortazar se dedicó a clasificar las actitudes humanas, definió tres tipos de seres que habitan este recóndito planeta.
En la dimensión “cortazeana” existen tres tipos de personas, estas son las famas, los cronopios y las esperanzas. Dentro de las cuales cada uno de nosotros, sin darnos cuenta, encajamos casi a la perfección, pues como si fueran envases colocados uno junto al otro, nuestro ser pretende quedarse en uno, pero somos tan grandes y pesados que la materia se despilfarra cayendo en los otros dos envases. Y entonces nos disponemos a ir por el mundo jalando nuestros tres frascos de conciencia a medio llenar.
La verdad es que es imposible clasificarnos en uno de estos grupos. Pues como ya dije, todos llevamos un poquito de todo, pero eso sí, hay a quienes les abundan determinadas características, y respecto a eso uno puede irse haciendo una idea de a qué grupo pertenece cada persona.
Los cronopios son en sí el grupo más gentil y bondadoso, no que los otros dos sean malos y egoístas, pero en los cronopios se nota esa ingenuidad e inocencia, que en los famas no se llegaría a ver. Los cronopios son despreocupados y positivos, no tienen miedo de expresar sus sentimientos, son cariñosos y amables.
Los famas son meticulosos, todo lo tienen bajo control, no viven la vida preocupándose, pues todo lo mantienen en orden, pero si algo se les sale de control, tienen que arreglarlo por todos los medios posibles. Los cronopios, además acatan las reglas sin dudar.
Las esperanzas en cambio, viven la vida como se les viene encima, no se preocupan por el orden, ni viven en el desorden, son como un punto medio entre estos dos grupos de famas y cronopios.
Yo, soy un cronopio de corazón. Me levanto tarde y soy desordenado. Veo la vida con optimismo y no me importa lo que piensen los demás. No me importa dormir bajo las estrellas ni mojarme con la lluvia.
Cuando uno entra a mis aposentos, lo primero que se nota es que la fama de mi muchacha ha de sufrir teniendo que recoger en tiradero que para mí es el orden perfecto.
Como buen cronopio, soy despreocupado, y también a veces se me viene lo de ingenuo e inocente, y es que hay cosas que a los cronopios no se nos debería de poner enfrente, no es que no lo comprendamos, pero nos tardamos más en asimilarlo, y sí, en efecto nos frustra que el mundo nos lo cambien de repente.
También he de informar que a nosotros cronopios nos encanta ir en contra de la corriente, no es que nos queramos enfrentar pues de pacifistas tenemos todo, pero la verdad es que no entendemos la forma en la que la gente se comporta, porque es mejor ser uno mismo.
Pero el cronopio para mí no lo es todo. Como ya dije, los seres humanos no nos podemos quedar encasillados en un papel, porque la verdad pues así no funcionamos. Yo como buen ser humano, también tengo mi lado fama; ya que hay cosas en esta vida que uno no puede llevarlas única y exclusivamente como cronopio. Y aunque nos pese, hay que entender que hay reglas y funciones que solo los famas pueden desempeñar, y tal vez no sea tanto ser un fama, si no tener cualidades de uno.
Finalmente si nos ponemos a pensar, todos tenemos un poco de esperanzas, un poco de famas y un poco de cronopios, y es eso lo que nos hace interesantes especimenes en un mundo lejano y peligroso.
30.8.05
Famas y Esperanzas de Cronopios
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1 comment:
Bien cronopio
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