25.8.05
Drakke
Tal vez la criatura que ha creado más fascinación dentro de las mentes humanas es el Dragón.
El dragón ha compartido la evolución de la civilización casi desde sus principios, para donde volteemos siempre encontraremos un indicio de aquella criatura que desde tiempos remotos se ha quedado plasmada en la imaginación y los corazones de la gente. Ésta fascinación por el dragón se debe talvez a su naturaleza, el dragón es en sí un representante de las fuerzas naturales, un ser mágico brindador de orden y caos, no es sorprendente que en varias ocasiones se vea al dragón como el guardián de algún tesoro.
Sin embargo no es posible de hablar de un tipo de dragón en específico, aunque está presente en casi todas las culturas en el mundo, éste mismo pareció dividirse en cuanto a su apreciación respecto a éstas criaturas. Si hablamos de Occidente, el dragón era visto como una fuerza del caos, era destruido por los héroes y temido incluso por los dioses. En la mitología nórdica estaba en el dragón el principio del Ragnarok, el fin de todos y todo.
Pero en Oriente, el dragón era visto como una fuerza, no destructiva, si no pacificadora, una fuerza guardiana del orden. El dragón permanecía como creador y guardián en vez de destructor.
En éstas dos percepciones, el mundo se mantuvo dividido, en un balance de fuerzas donde los dragones reinaban sobre los cielos, brindando caos y orden al mundo.
Es ésta dualidad que atrae al hombre, uno por el temor mismo, y el otro por la fascinación y la curiosidad. El orden y el caos son los componentes que conforman al hombre y a la naturaleza. Entonces el hombre se identifica con éste ser magnífico, con éste poder natural, que solo desearía tener. Todos quieren ser dragones.
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